¡ Dios Mío ! ¡Lo que se están ahorrando en Zyklon B!
lunes, 30 de septiembre de 2013
domingo, 29 de septiembre de 2013
sábado, 28 de septiembre de 2013
viernes, 27 de septiembre de 2013
miércoles, 25 de septiembre de 2013
martes, 24 de septiembre de 2013
viernes, 20 de septiembre de 2013
Cuerpos de Élite
El cabo tirador de primera Ignacio Perales -del cuerpo de gastadores
del tercio Juan de Austria (nada más egpañol que eso)-, es uno de lo
nuevos voluntarios del cuerpo de élite recién creado para contrarrestar
al cuerpo de macacos fusileros reales de la armada real británica. El
cabo Perales se ha sometido a operaciones intensivas de cirugía estética
maxilofacial, en el resto del cuerpo no ha sido necesario intervenir
aprovechando su hipertricosis congénita y la desmesura de su aparato
reproductor, reinjertado al final de su espalda. El teniente Tirado,
jefe de la recién creada unidad, declara que '... ellos tienen a sus
jodidos macacos ladrones de chocolatinas, pero nosotros tenemos al cabo
Perales.. ¡dádle un saco de cacahuetes y otro de munición y van a tener
que traer monos de Sumatra hasta que pare!
Margallo se relame de gusto pensando en las capacidades infiltradoras del cabo Perales -... y en su rabo- '...bastaría cambiar el chapiri de legionario por una barretina y soltar a Perales en Monserrat para que se le quiten a estos las ganas de independencia' ha declarado en la intimidad al pacifista Morenés
Seguiremos informando
Margallo se relame de gusto pensando en las capacidades infiltradoras del cabo Perales -... y en su rabo- '...bastaría cambiar el chapiri de legionario por una barretina y soltar a Perales en Monserrat para que se le quiten a estos las ganas de independencia' ha declarado en la intimidad al pacifista Morenés
Seguiremos informando
miércoles, 11 de septiembre de 2013
domingo, 8 de septiembre de 2013
sábado, 7 de septiembre de 2013
CHILE 1973, 11 de septiembre
Chile 1973, 11 de
septiembre.
Contra
el capitalismo, la construcción del poder popular.
El 11 de septiembre de
1973 el terrorismo de Estado anegó en sangre la experiencia de gobierno de la
Unidad Popular (UP). Este proyecto se caracterizaba por intentar alcanzar la
propiedad social de la riqueza por vías exclusivamente electorales y dentro de
las instituciones y la legalidad vigentes.
Cuarenta años después del
trágico y brutal final de esta experiencia, la Unidad Popular de Clase,
movimiento político de Madrid que, como la UP chilena, también busca que el
poder y la riqueza estén en manos del pueblo, cree imprescindible realizar un
análisis riguroso de lo ocurrido.
La UP fue creada en 1969,
formada por seis partidos, nucleados por el Partido Comunista y el Partido
Socialista. Es importante señalar que el Partido Socialista no seguía la línea
de la socialdemocracia occidental, sino que, con sus contradicciones, apostaba
de forma genuina por cambiar la sociedad de tal manera que la riqueza producida
cubriese las necesidades de la población y que el poder residiese
verdaderamente en la mayoría trabajadora. Este proyecto estaba impulsado por la
candidatura de Salvador Allende, que encarnaba la confianza y la esperanza de
amplísimos sectores del pueblo.
Los tres años de gobierno
de la UP, desde 1970 hasta 1973, en medio de un acoso criminal dirigido por el
imperialismo estadounidense con la complicidad de la burguesía, están definidos
por los importantísimos logros conseguidos por y para el pueblo de Chile, entre
los que destacan:
- La reforma agraria que acabó con el latifundio y puso la tierra en manos de quienes la trabajaban, incluidas las comunidades indígenas.
- Se nacionalizó el cobre, el hierro, el carbón, salitre, el 60% de la banca, y multitud de empresas que previamente habían sido ocupadas por las y los trabajadores.
- El derecho a la vivienda, educación pública, y la sanidad universal, fueron ejes centrales de sus políticas, con logros espectaculares teniendo en cuenta el poco tiempo en el que se produjeron: la mortalidad en menores de un año se redujo en un 20% y la desnutrición infantil en un 17%.
- El desarrollo de la cultura ocupó un papel central, protagonizado por artistas e intelectuales, y basado en la negación del carácter de mercancía de la obra para generarla y ponerla en manos del pueblo como bien cultural. Se editaron millones de libros en rotativas de periódicos asequibles para todas las personas.
Frente a este programa
político, la minoría explotadora chilena tenía unas exigencias completamente
opuestas, destinadas a proteger la esencia del capitalismo:
- Mantener la propiedad privada, especialmente de las fábricas que los trabajadores y trabajadoras habían ocupado debido a que sus propietarios habían intentado cerrarlas para hundir económicamente a Chile con la intención de provocar que sectores no concienciados del pueblo girasen hacia la derecha.
- Impedir que se siguiesen desarrollando los proyectos de nacionalización en beneficio del pueblo, que habían minado la dinámica de la explotación capitalista.
- Impedir que el pueblo concienciado se armase, dejándole indefenso.
El nexo de unión de esas
tres exigencias capitalistas es, como puede verse, el problema del Estado. Un
Estado que nunca puede ser neutro, dado que el poder político estatal es la garantía
de la ejecución del poder de clase.
La UP confiaba en que era
posible llevar a cabo un programa político verdaderamente de izquierdas
utilizando como garantía únicamente la legitimidad otorgada por su mayoría en
el parlamento, confundiendo tener el respaldo de las urnas con tener el poder real.
Allende y la UP creían que
el Estado era neutro, y que por tanto, estaría controlado por quien quiera que
estuviese en el gobierno. Se equivocaron. El ejemplo chileno es una muestra muy
clara de cómo el Estado tiene un carácter de clase, y de que el poder político
no reside en las urnas, sino en el poder fáctico de la minoría propietaria de
la riqueza.
A medida que la presión capitalista se hacía cada vez más
insistente, el gobierno de la UP se escoraba
más hacia el pacifismo reformista: se negó a armar al pueblo, creyendo erróneamente poder evitar así el golpe que se estaba perpetrando y olvidando que su fuerza residía en la mayoría trabajadora. Ante la campaña de desestabilización que se
les venía encima, apostaron por hacer “innecesario el golpe”, produciéndose la
entrega de las armas en posesión de las organizaciones populares, aceptación
del allanamiento de sedes, fábricas y viviendas.
Finalmente, la ilusión de
que el ejército siempre respetaría la Constitución se desbarató de un plumazo.
Las fuerzas militares, encabezadas por Pinochet, no obedecieron a quien poseía
la mayoría de votos, sino a la minoría que poseía el poder económico.
A pesar de que Chile era
un país que poseía una tradición de 160 años de parlamentarismo ininterrumpido,
la conspiración del imperialismo estadounidense, la minoría explotadora
chilena, la Iglesia y el ejército desencadenaron un golpe militar de extrema
brutalidad.
La represión fue feroz y
despiadada: miles de personas fueron asesinadas o “desaparecidas”, alrededor de
80.000 detenidas, torturadas y encarceladas, y unas 200.000 forzadas al exilio.
No es de extrañar que la mayoría de estas personas fueran de clase obrera,
jóvenes combativos, intelectuales comprometidos o líderes de izquierda.
Estos hechos sucedieron en un momento de efervescencia del
llamado “eurocomunismo”, defendido por las direcciones de PCE, PCI y PCF
principalmente, caracterizado por postular que era posible construir el
socialismo a través de la vía puramente electoral. En lugar de tomar ejemplo de
la tragedia chilena, reforzaron su política de alianzas con la derecha.
Consecuencia de esto son los Pactos de la Moncloa y la Transición.
La ilusión de la
viabilidad del eurocomunismo derivaba de la aceptación del Estado como un ente
neutral en la lucha de clases, de la confianza en el capitalismo de “rostro
humano” y su “Estado del Bienestar”, cuya encarnación era la Comunidad
Económica Europea. Por supuesto, olvidaban o querían olvidar, que esta política
de bienestar era una simple estrategia destinada a impedir, tanto el
crecimiento de las ideas socialistas en Occidente, como a bombardear
ideológicamente a los pueblos de los países del Este con el “bienestar” de
Occidente, que se basaba en la depreciación de recursos y la sobre-explotación
de la periferia del capitalismo, el llamado “Tercer Mundo”.
El golpe contra el
gobierno de la UP sirvió también como primer escenario para demostrar que el
capitalismo de “rostro humano”, del “bienestar” se había acabado. El comienzo
de la implementación de las políticas neoliberales se hacía a sangre y fuego.
Los representantes de estas tesis neoliberales se integraban en el gobierno de
Pinochet para devolver a sus amos la tierra, las empresas y los recursos
naturales nacionalizados, liquidar derechos laborales, pensiones públicas,
sanidad y educación, ejerciendo el terrorismo de Estado más bestial.
Era la lucha de clases
extrema que después se extendería con los mismos procedimientos por todo
el Cono Sur de América Latina. En Europa los métodos fueron otros: la derrota
de las luchas obreras convenientemente aisladas y la integración de cúpulas
sindicales y políticas de la izquierda en el sistema.
Cuando la crisis
capitalista muestra su rostro más salvaje, y la lucha de la clase obrera y los
pueblos se intensifica, sólo hay un camino para enfrentarse a un capitalismo
que es capaz de todo:
Luchar
– Crear – Poder Popular
lunes, 2 de septiembre de 2013
domingo, 1 de septiembre de 2013
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