jueves, 26 de noviembre de 2015

SUS GUERRAS, NUESTROS MUERTOS



SUS GUERRAS, NUESTROS MUERTOS




Las Marchas de la Dignidad han señalado desde el primer momento a la UE como el instrumento político  del capital para imponer contrarreformas laborales salvajes, recortes y privatizaciones de pensiones y servicios públicos, usando como chantaje el pago de una Deuda que ellos mismos han generado. Hoy vemos que, con el pretexto de la lucha contra el terrorismo, abandonan sus sagrados objetivos de déficit para  disparar el gasto público en “defensa” y “seguridad” (a mayor gloria de las multinacionales del armamento) y, de paso, acabar con las pocas libertades que nos quedaban.

Ahora sabemos que esas condiciones de máxima pobreza y precariedad en los suburbios europeos, sumadas a la humillación y al racismo, constituyen también el caldo de cultivo del que surgen los jóvenes yihadistas. Son parte de una juventud desesperada  que busca en la venganza una identidad que en otros tiempos se construía desde posiciones de clase, y que hoy urge volver a retomar.



Una vez más la manipulación informativa utilizada como propaganda de guerra pretende, a través del terror, convertirnos en dóciles cómplices de sus guerras. Pretenden que no entendamos, que no analicemos las causas de lo que sucede, para que no les señalemos como causantes de los crímenes y, sobre todo, que actuemos en consecuencia. Quieren impedir que, como sucedió ante los atentados de Atocha en 2004, nos alcemos sobre el terror y las mentiras para gritarles a la cara que, más allá de las manos que pusieron las bombas, “el imperialismo es el terrorismo”.



Pero la clase trabajadora y los pueblos, sabemos quiénes somos, quiénes son ellos, y ello es bastante.



Sabemos que el capitalismo, sumergido en la crisis más grave de su historia, ha intensificado en las últimas décadas su sangriento historial de guerra y saqueo.

Desde la primera guerra contra Iraq en 1991, inmediatamente después de la caída de la URSS, las guerras del imperialismo euro-estadounidense-israelí  van asolando aquellos países cuyos gobiernos no se someten a sus designios con la diligencia debida: Iraq, Afganistán, Yugoslavia, Libia, ahora Siria.



Sabemos que esos mismos gobiernos de países de la OTAN  – cuyo color político es indiferente porque todos  representan a  los grandes bancos y a  las principales multinacionales – son quienes han creado las condiciones para  que el odio y la desesperación por la destrucción de sus países haya generado monstruos de barbarie como Al Nusra, Al Qaeda o Estado Islámico. Son esas mismas potencias imperialistas quienes, junto al estado sionista de Israel, han financiado y armado (directamente o a través de las dictaduras del Golfo y de Turquía) a quienes ahora llevan el terror al centro de Europa. Son ellos mismos quienes están preparando la consumación de la destrucción de Siria y una confrontación a gran escala con Rusia.



Estamos descubriendo que, detrás de sus cinismo y sus lágrimas de cocodrilo, son nuestros gobiernos quienes llevan la destrucción  y el saqueo a pueblos de los que huyen los refugiados. Y constatamos que el capital europeo se frota las manos porque, haciéndonos creer que los trabajadores inmigrantes son los responsables de nuestra miseria, alienta la división entre la clase obrera. Echa así más leña al fuego al fortalecimiento del fascismo, su recurso preferente en situaciones de grave crisis.





Las Marchas de la Dignidad asumimos como propias dos grandes tareas sin las cuales la barbarie de un capitalismo en crisis, pero más salvaje que nunca, será el escenario inmediato que nos espera a todos los pueblos del mundo:



Ayudar a reconstruir la unidad de la clase obrera, ofreciendo a las trabajadoras y trabajadores inmigrantes un importante papel a nuestro lado, en la lucha común contra el capitalismo. La dignidad no será patrimonio nuestro sino es la de todos los explotados. Hoy más que nunca, nativa o extranjera, es la misma clase obrera.



  Contribuir a levantar un potente movimiento contra la guerra imperialista, contra los gastos militares y de seguridad y por la salida de la OTAN y el desmantelamiento de las Bases. Destacaremos estos objetivos, que ya formaban parte de nuestro programa, y los situaremos, junto al resto de las reivindicaciones, en el centro de nuestro combate.



LA CLASE OBRERA NO SOSTIENE LAS GUERRAS DEL CAPITAL



CONTRA LA GUERRA, OTAN NO, BASES FUERA


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