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El Ragnarok telúrico se superpone al ragnarok fallido de la banca. La geología se impone a las finanzas creativas.
Estos días, aunque sigue igual de nublado en Reykjavík, en la cara de los islandeses brilla una sensación de placer contenido. El pedo telúrico de su suelo les compensa de las amarguras de los últimos meses. "Que todo se pegue al suelo -sobre todo en el Reino Unido y Holanda- nos satisface sobremanera, es una cura de humilde humillación. Vamos a cambiarle el nombre al volcán Eyjafjallajokull por el de volcán Subprime", declara esbozando una leve sonrisa Gannar Boljsiyovaciodur, jubilado residente en la capital.
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